¡Dejadnos jugar a ser súper triatletas!

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Por HILARIO REAL MILLAS
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Las fotos de tu reloj GPS después de un buen entrenamiento y también las que te haces montando tu espléndida bicicleta con cara de estar haciendo un esfuerzo inhumano en cualquier triatlón. Selfies con los compañeros de grupeta donde se ve de fondo la señal del puerto coronado. Instantáneas de todo el material conjuntado junto al dorsal con el que vas a competir, la imagen que inmortaliza tu entrada en meta con los brazos en alto y luciendo palmito. Hashtags con el nombre de marcas o pruebas… Todo esto también es parte del triatlón, como también forma parte del arte las famosas “Campbell’s Soup Cans” de Andy Warhol
“Globero, matao, pollo, flipatleta, posturitas…”, muchas cosas he leído por ahí sobre todos nosotros.

Quizá los que empezaron compitiendo con un “bañador Turbo” y un colorido top no lo entiendan, pero somos parte de la evolución. El mundo no es como los 90´, tampoco el triatlón lo es. Todos los deportes han cambiado, echad un vistazo a cómo lo ha hecho el fútbol, el ciclismo… El triatlón, lógica y afortunadamente también ha evolucionado. Podéis criticarnos por nuestras nuevas y extrañas costumbres añorando la mística de los duros comienzos, pero si lo pensáis, dentro de una sociedad de selfies, marcas y apariencias, el nuestro, no es el deporte del “pollo frito” ni de los “mataos”, es más, me atrevería a decir que evoluciona mejor que la mayoría de los deportes y hasta que la propia sociedad.

Dejadnos jugar a ser súper triatletas sin quitarnos mérito, porque la persona que sale de su zona de confort y se aventura a participar en tan grande desafío merece todo el respeto. Los triatletas ya no son “chicos duros” curtidos en deportes de resistencia, ahora también son señoras de 30 y muchos que no hacían deporte desde el instituto. Ya no se trata solo de recorrer más rápido el trayecto a-b-c, el reto también reside en sorprenderse a uno mismo de su propio potencial, de sentirse capaz, de tener un momento de gloria.

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No hay que tomarnos muy en serio en cómo lo hacemos, pero sí es cierto que ponemos empeño en nuestra actividad. El que participa por primera vez busca vivir algo nuevo, romper con una vida rutinaria, sentir emociones más fuertes y mantener el equilibrio “quiero-puedo”, aunque llegase el último a meta nadie debería apellidarle “matao”.
La vida puede ser muy aburrida y monótona, esto del triatlón es un juego, no os ofendáis por la manera en lo que lo hacemos, no olvidemos que no deja de ser un hobby para la mayoría de nosotros

¿Qué tiene de malo mostrar con orgullo el trofeo de 3º clasificado en el grupo de edad 20-24 que has logrado en el triatlón de tu pueblo? No te avergüences por ir en busca de un puesto en el podio en un triatlón regional, no es menos campeón el que gana una prueba en la que solo han participado los triatletas de la comarca, no tiene menos valor tu foto agarrando la cinta en el arco de meta. No quitéis mérito al que ha logrado la victoria, porque aún queda peor parado el triatleta que no la ha conseguido.

DSC_0724Dejadnos lucir con orgullo nuestra bici de ensueño o lo último en material, no os burléis de nosotros porque la calidad de nuestro equipamiento esté por encima de nuestros resultados. No nos miréis con desprecio porque queramos sentirnos como nuestros ídolos por unas horas, dejadnos evadirnos con una “droga” mucho más sana, permitidnos sentir orgullo al recordar un pasado asfixiante. Con el triatlón podemos sentirnos auténticos “cracks” un par de veces por temporada.

Y es que nos gusta jugar a ser triatletas porque la brecha entre la experiencia “pro” y la “amateur” es mucho más pequeña, porque no es una osadía que un chico de pueblo sin un pasado como deportista pueda estar en la cámara de llamada con varios campeones del mundo o que una jubilada se vea en idéntico escenario, tomando la misma salida y recorriendo iguales distancias que el mejor de los triatletas. No todos los deportes pueden hacer sentirse a un ciudadano cualquiera un campeón tan solo por cruzar el mismo arco de meta que el vencedor. Dejadnos tener experiencias vitales, dejadnos tener nuestros 15 minutos de fama de los que hablaba Andy Warhol.

Dejadnos jugar a ser súper triatletas y vivir el triatlón a nuestra manera.

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