Por Hilario Real Millas (www.edlitamcoaching.com)
Muchas veces he escuchado eso de que en los deportes de resistencia es muy importante la cabeza y que la mente tiene tanta importancia como la tienen las piernas. Quizá algunos creen que eso de “la mente poderosa para el deporte” es innato, que hay personas que han nacido con una mentalidad que les permita tolerar el dolor de diferente manera y aguantarlo durante más tiempo antes de venirse abajo.
Estoy de acuerdo con que la mente es realmente importante en el deporte y aun más en los de resistencia, pero decir que en la “larga distancia” todo está en la cabeza es algo totalmente vago; tan vago como afirmar que en el deporte todo está en los músculos.
Esas mentes “privilegiadas” que son capaces de soportar el sufrimiento de competir más rápido y durante más tiempo empiezan su entrenamiento por levantarse cada día muy temprano y del tirón; sin posponer la alarma 5 minutos más. Esas personas con habilidades psíquicas superiores en competiciones son capaces de mantener unos hábitos alimenticios, irse a dormir a una hora prudente, vencer la pereza y buscar más allá de la recompensa a corto plazo.
La mejor actitud para el deporte también se entrena a diario, dentro y fuera del deporte. No se trata de mirar los vídeos de las marcas, leer libros sobre grandes proezas o ver fotos con frases inspiraciones que rondan por las redes. A la mente se la entrena a diario con hábitos, recompensas, enseñándole a generar mensajes positivos, dejándole que el resto del cuerpo le dé un feedback sincero. Se le entrena visualizando, con emociones, sintiendo y sacándola fuera de la zona de confort tanto en los entrenamientos físicos como en los aspectos cotidianos del día a día.
A lo largo de estos años he encontrado triatletas extraordinarios. Cuando he buscado un trasfondo en ellos he descubierto historias increíbles, vidas complicadas con momentos duros y dramáticos a los que han sabido sobreponerse manteniendo una extraordinaria tolerancia a la frustración. He descubierto también que tenían hábitos poco comunes y una gran perseverancia buscando siempre con una visión global y no puntual de lo que les está sucediendo. Personas que de manera sorprendentemente extraordinaria eran capaces de salir reforzados de cualquier época complicada siempre situándose como protagonistas, tanto de los éxitos como de los fracasos.
No esperes que tu mente empuje demasiado a tu cuerpo si no la has educado, si no la has dado una actitud propicia hacerlo, si no la has sacado fuera de la zona de confort. No esperes que aguante un cambio de ritmo o que te empuje a un último sprint si a diario le has dejado dormir 5 minutos más. No le pidas que aguante un kilómetro más de sufrimiento si rutinariamente la has confortado con quejas y no la has incomodado para buscar soluciones.
Trabajé con Diego Paredes antes de que quedara entre los 50 primeros en Kona. Él dudaba y en algunos momentos le faltaba la confianza, pero yo sabía que haría una gran carrera; su mente estaba predispuesta para afrontar el reto. Diego es un gran ejemplo sobre lo que en este post está escrito.
Cada vez que pienses que tu actitud no es la mejor para el deporte, que tu problema está en la motivación, falta de confianza…, piensa que la puedes entrenar día a día en multitud de situaciones cotidianas.
Uffffff me has dado duro con este artículo, me he visto reflejado en él por completo. Gracias por el tirón de orejas. A espabilar.