Artículo: El cuidado del pie del corredor de montaña

Artículo publicado en la revista Sport Training nº 38 (septiembre-octubre 2011).

Autor: Cristobal Colón Más. Podólogo deportivo.

 

Ya que en el número anterior de Sportraining dedicamos un espacio a conocer un poco más la “herramienta” idónea con la que nos calzamos a la hora de sentir “agarre” en subidas y bajadas, “ligereza” en los llanos o “confort” en las grandes tiradas por montaña, no estaría mal dedicarle unas líneas a los grandes “apoyos” del corredor, a aquellos sin los cuales no somos nada, aquellos que sufren, impactan y nos llevan a poder completar nuestros retos. Hablamos de nuestros grandes amigos, “los pies”.

 

Los pies son fundamentales para el corredor de montaña, y un mínimo problema con ellos (rozadura, dureza, ampolla, etc.) nos puede obligar a poner “pie a tierra” (nunca mejor dicho) y dar al traste con nuestras mejores expectativas a la hora de afrontar un reto atlético.

De forma sencilla, comenzaremos diciendo que debemos tener un buen cuidado básico del pie, es decir:


Higiene

Mantener una buena higiene del pie, lavándolo y secándolo adecuadamente, sobre todo es muy importante el secado, pues no hay que olvidarse de los espacios interdigitales para evitar posibles infecciones fúngicas (los temidos hongos).

Una vez acabado el lavado y el secado, no estaría mal que nos aplicáramos alguna crema hidratante específica para el pie (suelen llevar algún emoliente, normalmente urea, en concentraciones que van desde el 10% al 30% de la misma). De esta forma, conseguimos que la piel tenga una elasticidad adecuada, evitando futuros problemas.

 

Uñas

Si entramos en el campo de las”uñas”, diremos que es importante cortárnoslas bien, con el fin de que no se nos claven. Las directrices del cortado de uñas, serían estas: “las uñas de los pies, hay que cortarlas rectas, evitando que queden puntas, intentando no apurar la uña dentro del canal ungueal (lado de la uña)”.



Durezas y elección de zapatillas

En caso de tener alguna dureza, y que ésta sea muy molesta, es importante acudir al podólogo, quien nos la eliminará, solucionando el problema, así como nos explicará las razones por las cuales nos salen las durezas en dicho lugar.

Respecto a las cuchillas que venden para quitarnos los callos nosotros mismos, no suelen ser muy recomendables, pues en muchos casos se puede terminar haciendo heridas en la planta del pie, con la conclusión de que “es peor el remedio que la enfermedad”.

Otra de las pautas en cuanto a la prevención de durezas, empezaría por la elección del calzado, y con ello en la inversión del tiempo que necesitemos para probar y dar en el clavo con “nuestras compañeras de viaje”, las zapatillas. Por tanto deberíamos huir de las recomendaciones de amigos, familiares, conocidos, etc. Como sabéis, el modelo que puede sentar bien a una persona, puede no ser el más adecuado para otra. La comodidad de una zapatilla de montaña tiene que ser la prioridad, pues hay que pensar que vamos a pasar muchas horas con los pies metidos en ellas.

 

Pies cansados

Cuando hayamos hecho un entrenamiento exigente y notemos los pies cansados, deberíamos darnos  baños con algunos productos relajantes para el pie. Tampoco vienen mal los baños de contraste de agua (caliente, fría, caliente, fría) para ayudar al retorno venoso y al drenaje de fluidos.

 

Ampollas y rozaduras

Todos estos consejos anteriores, estarían destinados a prevenir, y por tanto, a evitar problemas cuando estemos “en acción”. Ahora hablaremos un poco sobre algunos de los problemas más comunes (rozaduras, ampollas, etc.) que pueden surgir mientras estamos en medio de “la batalla”:

En caso de notar alguna rozadura o principio de ampolla en una carrera considerada como corta y donde los porcentajes de esfuerzo estarían entre el 85 y 95% (90’- 4 horas de duración), nos será (en la mayoría de los casos) imposible pararnos a solucionarnos el problema (más que nada porque no llevamos el kit de curas con nosotros), por lo que la medida más importante sería  prevenir con pequeños detalles, para que estos percances no ocurran:

–      No estrenar zapatillas el día de la carrera.

–      No estrenar calcetines el día de la carrera.

–      No estrenar plantillas el día de la carrera.

–      No adquirir  zapatillas excesivamente grandes.

–      Atar la zapatilla de forma concienzuda, aunque sin agobiar al pie.

 

Utilizar calcetines en buen estado, que ajusten bien, que no aprieten, y que no tengan grandes costuras. Hay veces que invertimos dinero en una gran zapatilla, y llevamos unos calcetines a punto de agujerearse, o que van muy holgados y apenas aprietan (formando bolsas). Pensad que el calcetín es una pieza básica y si éste se mueve un poco más de lo normal, seremos más susceptibles de sufrir ampollas y rozaduras.

Otro de los problemas es llevar unas zapatillas excesivamente grandes, o no atárnoslas correctamente. Si esto sucede, el pie se moverá dentro de la misma y esto generará un cizallamiento de la piel, provocándonos molestias.

En carreras más largas (4-8 horas de carrera), dependiendo del grado de exigencia y de expectativas que tengamos, así como del nivel de tecnicidad de la misma, lo más recomendable sería volver a atarnos las dos zapatillas a partir de las 2 horas de carrera. Pensemos que con el paso de las horas y de los kilómetros se van desatando y aflojando un poco, pero suficiente para provocar las molestias que comentábamos anteriormente.

En este tipo de distancias, llevar en la riñonera algún apósito protector sería una buena medida. Si las condiciones meteorológicas son de mucho calor, y somos corredores que sudamos mucho, no estaría mal cambiarnos los calcetines a mitad de la prueba.

Normalmente, a media que el corredor va ganando en años, en experiencia y en conocimiento de sí mismo, podría ir prescindiendo muy sutilmente de estas medidas.

En carreras de más de 8-10 horas (carreras «Ultra»), es más factible considerar el cuidado de los pies mientras estamos “en marcha”. Tanto el ritmo de carrera como la mentalidad de la misma parece que invitan a que todos los corredores se dediquen un poco más a cuidar su chasis. En este tipo de pruebas es más normal que, bien en los controles de avituallamiento tengan medidas curativas para este tipo de problemas de los pies, o bien que nosotros mismos carguemos con el kit de curas, que podría estar compuesto por: una aguja estéril, una botellita con povidona yodada (Betadine) y apósitos protectores.

En caso de salirnos alguna ampolla, procederemos a pincharla con una aguja con hilo (pasamos el hilo dentro de la ampolla y lo dejaremos dentro de la ampolla). Posteriormente nos embadurnaremos el hilo con “Betadine”, y lo pasaremos de lado a lado para que la povidona yodada entre dentro de la ampolla y la desinfecte. Posteriormente, dejaremos el hilo tal cual, y nos pondremos un apósito para proteger la piel. Bajo ningún concepto cortaremos la piel de la ampolla, ya que ésta nos protegerá la piel de debajo.

Otro de los remedios que suele funcionar bastante bien antes de comenzar una gran aventura por montaña, es ponerse  bien de vaselina en pies y dedos, axilas, ingles, pezones… ¡No tengáis miedo, probarlo!

Espero que con estos pequeños consejos podáis seguir “pisando fuerte” por el monte.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *