CÓMO CUIDAR TUS ARTICULACIONES EN LOS MESES FRÍOS

 

Durante el otoño y el invierno, las bajas temperaturas pueden aumentar la rigidez muscular y las molestias articulares, especialmente en deportistas que entrenan al aire libre o mantienen un alto volumen de carga. El frío afecta al funcionamiento del tejido conectivo y puede dificultar su regeneración.  ¿Cómo cuidar tus articulaciones en los meses fríos?

¿Por qué las articulaciones duelen más cuando hace frío?

El frío provoca vasoconstricción, una reducción del flujo sanguíneo hacia músculos y articulaciones. Esto significa que llega menos oxígeno y nutrientes, lo que puede generar sensación de rigidez y menor movilidad. Además, las bajas temperaturas reducen la temperatura muscular y del líquido sinovial —el que lubrica las articulaciones—, haciendo que el movimiento resulte menos fluido.

No es que el frío cause lesiones, pero puede agravar pequeñas molestias previas o retrasar la recuperación.

¿Qué zonas se ven más afectadas en los meses fríos?

Las articulaciones más expuestas o de mayor carga mecánica son las que más lo notan:

  • Rodillas y tobillos, por el impacto repetido en deportes de carrera o saltos.
  • Caderas, por la tensión muscular y la pérdida de movilidad.
  • Hombros y codos, en deportes de fuerza o natación.

El frío actúa como un “amplificador” de pequeñas sobrecargas que ya existen.


¿Cómo se regeneran las articulaciones de forma natural?

El cuerpo repara diariamente el tejido conectivo mediante la síntesis de colágeno, una proteína estructural que necesita de ciertos nutrientes:

  • Aminoácidos (glicina, prolina, lisina), procedentes de carnes, pescados, huevos o legumbres.
  • Vitamina C, esencial para formar colágeno, presente en cítricos, kiwi, pimiento o brócoli.
  • Minerales como zinc y cobre, que ayudan a estabilizar la estructura, presentes en mariscos, frutos secos y cereales integrales.

Una dieta equilibrada es fundamental para que estos nutrientes estén disponibles y el cuerpo pueda mantener su capacidad de reparación.

¿Por qué el frío dificulta ese proceso de regeneración?

Porque la vasoconstricción reduce la llegada de nutrientes y oxígeno justo cuando el cuerpo más los necesita.
Con menos flujo sanguíneo, la reparación del tejido conectivo se ralentiza, y el estrés mecánico del entrenamiento puede acumularse.

Además, el cuerpo responde a esta situación con una ligera inflamación local, una reacción natural para proteger los tejidos, pero que si se prolonga puede aumentar la rigidez y las molestias.

¿Qué papel juega la inflamación en el dolor articular durante el frío?

La inflamación es parte del proceso de recuperación: ayuda a eliminar desechos y reparar tejidos dañados.
El problema surge cuando esa inflamación se mantiene activa demasiado tiempo, algo común cuando hay baja temperatura, esfuerzo repetido o mala recuperación.

Una buena estrategia para modularla incluye una dieta rica en antioxidantes naturales (frutas, verduras, aceite de oliva virgen extra, frutos secos) y compuestos con efecto antiinflamatorio, como la curcumina presente en la cúrcuma.
La evidencia científica indica que estos compuestos ayudan a reducir molestias sin interferir con las adaptaciones al entrenamiento.

Cuidar la inflamación no significa eliminarla, sino mantenerla bajo control para favorecer la recuperación.


¿Qué papel tiene el colágeno en la salud articular?

El colágeno es la proteína que da estructura, elasticidad y resistencia a los tejidos conectivos.
Con la edad o la carga de entrenamiento, su producción disminuye, lo que puede traducirse en menor capacidad de regeneración.

Un aporte adecuado de colágeno —junto a una dieta rica en vitamina C y proteínas de calidad— favorece la reparación del cartílago y los tendones y ayuda a mantener la movilidad y la fuerza articular.

¿Qué hábitos ayudan a prevenir molestias articulares en invierno?
  • Realizar un buen calentamiento antes del ejercicio para activar la circulación.
  • Mantener la musculatura caliente con ropa adecuada o movimientos activos entre series.
  • Cuidar la hidratación, aunque la sensación de sed sea menor.
  • Dormir lo suficiente, ya que la regeneración tisular ocurre sobre todo durante el descanso nocturno.
  • Seguir una alimentación rica en frutas, verduras, proteínas y grasas saludables, que aporte todos los nutrientes implicados en la reparación del tejido conectivo.

 

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