Los expertos opinan: ¿Cómo deben ser las zapatillas para correr?

Este artículo se publicó en el nº 71 de la revista Sportraining (marzo-abril 2017)

Con el fin de sacar a la luz datos muy interesantes para los corredores sobre este mercado tan importante de las zapatillas de running, hemos reunido a seis grandes expertos en la materia para que nos den su opinión en cada una de las diez preguntas que les hemos formulado. Entre ellos tenemos a entrenadores, biomecánicos, podólogos, fisioterapeutas, analistas de zapatillas… Sin lugar a dudas, muy interesante todo lo que nos comentan.

 

PABLO FLORÍA es Doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Actualmente profesor en el departamento Deporte e Informática de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Su principal línea de investigación es la biomecánica deportiva aplicada a la carrera. Co-fundador de la Spin-Off I+D Running. Mail: pfloriam@upo.es / Twitter: @pablofloria / Web: www.imasdrunning.com

ANTONIO MAYANS es el Creador del blog “Mecánica de la carrera a pie”, atleta en activo y entrenador en el Club Esportiu Universitari ubicado en Barcelona. Su ámbito de investigación es el análisis de fuerzas y la anatomía funcional de la carrera, cuyo objeto es configurar un modelo mecánico alternativo al modelo meramente gestual o cinemático preponderante en el entrenamiento de la técnica de carrera. Blog: http://mecanicadecarrera.blogspot.com / Mail: mecanicadecarrera@gmail.com

ÁLEX ÁLVAREZ es Diplomado en fisioterapia y en fisioterapia del deporte. Especializado en la carrera a pie. Especializado en cadenas musculares GDS y Mézières. Post-grado en Reentrenamiento y readaptación al deporte y en terapia manual. Formador y conferenciante de La Clínica Del Corredor. Web: www.laclinicadelcorredor.com / Twitter: @clinicacorredor  @alex_tonus / Facebook: laclinicadelcorredor

JOAN RIUS es Licenciado en Educación Física y Catedrático de Educación Secundaria. Entrenador Nacional de atletismo, ha sido profesor de atletismo en el INEF de Barcelona y profesor de la Escuela Nacional de entrenadores de atletismo. Conferenciante habitual en España y en Latinoamérica. Más de 30 libros publicados, entre los que destacan “Metodología del Atletismo”, “Metodología y Técnicas de Atletismo”, “1040 ejercicios de Fuerza Explosiva”… Mail: jriustrainer@gmail.com, web: www.jriustrainer.com

JOSÉ ENRIQUE QUIROGA es director de la revista Sport Training. Licenciado en Ciencias de la Educación, y Entrenador Superior de triatlón y atletismo. Autor de más de cuarenta artículos sobre entrenamiento y profesor en cursos de posgrado. Actualmente compagina las labores de dirección y redacción de la revista con las de entrenador en una escuela de triatlón. Especialista en técnica de carrera y analista de zapatillas de running desde hace varios años. Mail: jequiroga@sportraining.es, Facebook: José Enrique Quiroga

ANTONIO FERNÁNDEZ es Licenciado en Podología por la Universidad de Barcelona y especializado en Biomecánica Deportiva y en Investigación en Actividad Física y Deporte. Durante años profesor en la Universidad de Barcelona. Habitual en congresos y cursos de formación en Podología Deportiva y calzado deportivo. Docente del Postgrado de Podología Deportiva de la Universidad de Barcelona. Analista y Diseñador de Zapatillas.  Docente en I-Biomechanics de los cursos sobre calzado deportivo. Socio fundador y consultor en Zenmness, desarrollando Apps para el sector de la salud. Director de PODUM. Clínica del Pie y Biomecánica Deportiva Mail: toni@clinicapodum.com / Twitter: @tonibuigas1

 

  • ¿DESDE EL PUNTO DE VISTA BIOMECÁNICO, QUÉ CARACTERÍSTICAS TÉNICAS SON LAS MÁS IMPORTANTES PARA UNA ZAPATILLA DE CORRER?

A. MAYANS. Flexibilidad de la suela que permita una extensión de los dedos de los pies que, a su vez, provoque una mayor tensión en los flexores de los dedos, puesto que éstos tienen una función importante de sostén de los arcos longitudinales de la bóveda plantar. En segundo lugar, un armazón mínimo en cuanto a superficie pero a su vez consistente, estratégicamente diseñado para dotar estabilidad al pie en el interior de la zapatilla, impidiendo que éste se deslice dentro de la zapatilla hacia delante o hacia los lados. En tercer lugar, que la suela no tenga drop, de modo que permita una dorsiflexión más amplia durante la primera parte del apoyo. El grosor de la suela en el talón limita la flexión dorsal, puesto que el talón toca el suelo antes de que ésta se complete. En cuarto lugar, que la zapatilla sea lo bastante ancha a la altura de los dedos de los pies para no oprimirlos, y que se ajuste bien a la zona del talón y tendón de aquiles para no provocar heridas por abrasión. El ajuste de la zapatilla al pie a la altura del empeine se logrará simplemente mediante el atado de los cordones. Es importante que el pie no baile dentro de la zapatilla, pero que tampoco vaya oprimido. Por último, una suela con un coeficiente de fricción elevado respecto al terreno en que se corre, para evitar que el pie patine durante el apoyo.

J.E. QUIROGA. Pienso que la principal característica es que no altere, o que lo haga mínimamente, la mecánica natural del pie al correr. Es decir, sin piezas de soporte ni guías de la pisada, lo cual estaría solamente justificado en el caso de que sea por prescripción de un podólogo/biomecánico si así lo considerase cuando existe una alteración anatómica o mecánica. Por otra parte, el peso de la zapatilla es un parámetro muy importante, por supuesto de cara al rendimiento (a mayor peso mayor consumo energético) pero también si pensamos en las potenciales lesiones. Desde mi punto de vista una zapatilla para correr no debería pesar nunca más de 250g y si pesa más es porque incorpora demasiados elementos innecesarios (para el trail running la cosa puede ser diferente). Por ello, pienso que las dos cosas más importantes que debe aportar una zapatilla a un corredor son: tracción/agarre y protección ante el medio hostil.

J. RIUS. Depende de cada sujeto y del terreno, la condición necesaria pero no suficiente es que el corredor se sienta cómodo. Si se corre de talón es imprescindible el drop. Para aquellos que corren bien la zapatilla debe ser ligera, con un drop muy moderado para entrenamientos largos (es un seguro en caso de mucha fatiga), que se ajuste al pie sin apretar, que transpire y debe tener  la suela flexible en ambos ejes. El corredor debe fijarse, no solamente la longitud de la zapatilla, también la anchura. Buscar marcas y modelos con una horma que se adapten  la anchura y la longitud al pie. Es importante optimizar el equilibrio entre  durabilidad, peso y resistencia a la deformación.  El minimalismo es una opción. La zapatilla debe ser neutra, ya que pronaciones y supinaciones excesivas deben estar corregidas con plantillas por el podólogo, nunca por el vendedor de calzado.

A. ÁLVAREZ. Desde el punto de vista biomecánico hay que saber que el calzado cambia la biomecánica natural y es la principal influencia de una biomecánica no protectora. Con lo cual deberíamos llevar aquel calzado que interfiera mínimamente en los movimientos naturales del pie. Así que las características deberían ser: flexible tanto a nivel longitudinal como torsional, poco drop, poco peso, poco grosor (stack) a nivel del talón y la ausencia de tecnologías de estabilidad y control del movimiento.

P. FLORÍA. Es el compromiso entre masa (peso) y protección de pie. La masa (peso) de la zapatilla tiene una gran influencia sobre el rendimiento del corredor. Son muchos los estudios científicos que demuestran que una zapatilla ligera en comparación a una más pesada nos ayuda a consumir una menor cantidad de oxígeno disminuyendo nuestro gasto energético, lo cual mejora nuestra economía de carrera. Un límite más o menos aceptado sería no sobrepasar los 400 g el par. Por encima de esta cantidad la economía de carrera se ve severamente penalizada. Y por otro lado, la protección del pie contra los cortes y abrasamientos con el terreno, así como de la fuerza impacto que se genera durante el apoyo.

A. FERNÁNDEZ. Sin duda control y amortiguación, que combinaremos según las necesidades del corredor y dónde/cuánto vaya a correr. Una zapatilla debe ayudar a compensar las deficiencias biomecánicas del corredor (a mayor control de los movimientos, menor sobrecarga músculo-ligamentosa) y a minimizar las sobrecargas articulares por los miles de impactos que hacemos durante las sesiones de entrenamiento (para eso la amortiguación). ¿Con esto quiero decir que debemos usar zapatillas rígidas y con mucha amortiguación? No. Quiero decir que si conocemos nuestras debilidades biomecánicas podremos elegir mejor nuestras zapatillas.

 

  • ¿POR QUÉ LA MAYORÍA DE LAS ZAPATILLAS SE DISEÑAN CON DROP, Y ÉSTE DE DIFERENTES ALTURAS?

A. MAYANS. El drop se da también en el calzado de vestir clásico. Parece imitar la estructura del pie que también, de un modo peculiar, tiene drop, en el sentido que huesos del pie como los tres cuneiformes, el cuboides y los metatarsos van de arriba hacia abajo y de atrás hacia delante, tal como lo hace la capa más elevada de la suela en el calzado clásico. Si bien desconozco el origen del tacón en el zapato clásico de hombre, al que no le veo demasiado sentido, en la zapatilla deportiva parece responder al hecho de que la mayoría de corredores aterrizan impactando con el talón, por lo que se le confiere mayor amortiguación a esta zona de la suela. Esta tendencia a engrosar la parte posterior de la suela se ha ido agudizando, en tanto que genera un círculo vicioso. La suela de talón ancho favorece aterrizar de talón, mientras que el aterrizaje de talón requiere mayor amortiguación. Si a eso le unimos que el drop permite diseños de perfiles agresivos imitando la aerodinámica de un coche deportivo, llegamos al punto en que nos encontramos ahora donde algunas zapatillas de correr se han vuelto tan pesadas que suscitan la imagen de un “tanque de guerra”.

J.E. QUIROGA. El drop en una zapatilla de correr tiene sentido si el primer impacto con el suelo se realiza con el talón, pero, igualmente, el drop incita a talonar. Si como parece, la pisada más eficiente es la que se realiza apoyando de media planta o de antepié (frente a la pisada de talón)… el drop sobraría. Además, cuanto más drop más material en la mediasuela, por lo tanto más peso de la zapatilla. Claro está, para corredores que impactan con el talón el drop se hace necesario. También para las zapatillas de trail running es interesante que tenga cierto grado de drop.

J. RIUS. El motivo es económico e histórico. Fue la victoria de las marcas de calzado sobre los entrenadores en los años 70 cuando miles de norteamericanos y europeos sedentarios y de clase media/alta se lanzan a correr maratones. Las zapatillas del momento para correr eran lisas, la Adidas Rom (con un muy moderado grosor de suela) o la Otnisuka Tiger, minimalista, de lona para maratón, etc… Esto imposibilitaba correr apoyando el talón. Karhu en Escandinavia y Nike en USA optan por cámara de aire y amortiguación. Con el drop, desde el primer día se pueden hacer kilómetros apoyando el talón, lo que impide que los gemelos y pie de los neófitos y faltos de condición física se agarroten con la carga excéntrica de la amortiguación.  No se necesita un proceso de adaptación-aprendizaje de manos de un entrenador que fortalezca el pie/pierna y que reeduque la técnica. La industria gana la partida al entrenador. En la publicidad se afirma que  apoyar de talón es lo natural y se omiten los efectos que el apoyo de talón tiene sobre la salud del aparato locomotor a medio y largo plazo. Ahora se ha sumado a la defensa  del apoyo de talón la marca más famosa de ortopedia y plantillas. El drop para el pie tiene una función similar  a la faja para el dolor de la columna lumbar: “cómprate una la faja y no hace falta trabajar lumbares ni core para proteger la espalda”.

A. ÁLVAREZ. Es una buena pregunta, yo también me la hago. No me vienen a la cabeza zapatillas con drop en otros deportes, al menos, si lo hay, este es mínimo. En running debería ser igual, inexistente o mínimo (máximo de 4mm). En carreras largas como una maratón puedes agradecerlo al descargarte un poco el tendón de Aquiles, gemelo y sóleo en la parte final cuando la fatiga ya hace mella, pero como he dicho, en caso de llevarlo, éste ha de ser mínimo. Hace casi 10 años que se llegó a drops de hasta 20mm, pero en los últimos años se han dado cuenta que éste entorpece la biomecánica natural y las marcas empezaron a reducirlo, incluso lo escriben en el calzado para que los corredores lo sepan porque son más conscientes de que drops más bajos les pueden ayudar a rendir mejor. El problema por el que no todos se atreven a cambiar hacia uno más bajo es que nos hemos acostumbrado a llevarlo y cuando lo reducimos se nos carga el tendón de Aquiles y la musculatura posterior de la pierna. Esto pasa porque cuanto más drop, más facilitamos la pisada de talón y aumenta el ángulo pie-suelo, con lo que desadaptamos dicha musculatura impidiendo que se fortalezca y haga su función.

P. FLORÍA. Dos posibles causas podrían justificarlo. Por un lado, ayudar a los corredores que utilizan un patrón de apoyo de retropié (quienes son la mayoría entre los corredores) acumulando mayor cantidad de material amortiguador en la zona del talón con objeto de atenuar la fuerza de impacto que se produce en el instante de contacto. Y por otro, la intención de acortar el tríceps sural (gemelos y sóleo) con el propósito de liberar de tensión este músculo durante el apoyo. Aunque esto último no está del todo científicamente probado, ya que podemos encontrar estudios que lo afirman y otros que lo refutan.

A.FERNÁNDEZ. Después de mucho experimentar y observar, personalmente creo que es más una moda que otra cosa. Si vemos las zapatillas que se diseñaban hace unas décadas, tenían drops altísimos, coincidiendo curiosamente con campañas publicitarias donde hablaban de las bondades de la amortiguación, y ahora son mucho más bajos o casi inexistentes coincidiendo con otras muchas campañas, lo que se traduce en que al final tengamos en nuestros armarios varias zapatillas con diferentes drops para usarlas según las situaciones que nos indican las marcas deportivas. Está más que demostrado que un corredor puede modificar la técnica de correr independientemente del drop que lleve en las zapatillas. Un drop determinado por sí solo no nos obliga a correr de una u otra manera. Nosotros utilizamos el drop como tratamiento para solucionar algunas lesiones.

 

  • ¿QUÉ APORTA UNA ZAPATILLA A UN CORREDOR?

A. MAYANS. Ante todo, protección frente a las irregularidades, objetos cortantes o punzantes y la fricción del terreno. En el caso de las zapatillas con clavos, mayor adherencia. Y sólo en caso de correr sobre asfalto o superficies rígidas, ofrecer un mínimo de amortiguación para los entrenamientos y carreras de larga distancia.

J.E. QUIROGA. Como ya comentaba anteriormente, pienso que lo que debería aportar una zapatilla a un corredor es agarre/tracción y protección, alterando mínimamente la mecánica natural de carrera. Todo lo demás… podría sobrar, excepto en determinados casos, aunque en mi opinión lo principal es trabajar la técnica y la fuerza con un buen profesional y no pretender que sea la zapatilla la que nos “corrija”.

J. RIUS. A menor peso menor gasto energético. Pero a menor “solidez” de la zapatilla, menor protección del pie y durabilidad. El peso mínimo del calzado vale para  un corredor con el pie educado, entrenado y adaptado  siempre  que corra con una técnica adecuada. Pero  en entrenamientos  un calzado de más peso es una forma de aumentar la carga metabólica, pero  a su vez,  puede ayudar  a mitigar las sobrecargas mecánicas de los impactos del apoyo. Menos ligereza  puede ser útil en ciertas etapas de la temporada en entrenamiento de calidad o de ritmo específico. Si siempre se entrena con calzado con mucha amortiguación, protege más las articulaciones  pero debilita el pie y pierde reactividad. No aconsejo entrenar siempre con amortiguación y salir a competir con  minimalistas o con suela muy fina. Cada corredor debe buscar su equilibrio. Para el corredor popular, desde el punto de vista del rendimiento,  la diferencia  entre correr con una zapatilla de precio básico (no una de plástico made in China)  o hacerlo con la más sofisticada de altísimo precio… es mínima o nula. Se puede  comparar con el efecto que le hace la sacarina del café  a un obeso  que  no deja de ingerir el resto de las cinco mil calorías cada día. La zapatilla aporta mucho placebo y la satisfacción del consumo convulsivo.  El nivel de preocupación y de conocimiento de marcas y modelos de calzado que hay en el mercado es, a mi juicio,  inversamente proporcional a la calidad del atleta. El atleta piensa más en lo que hace y el runner popular lo hace más en lo que compra.

A. ÁLVAREZ. Una zapatilla únicamente ha de aportarnos protección contra unas superficies a las que no estamos adaptados, y ésta ha de ser la mínima que podamos necesitar.

P. FLORÍA. Desde un punto de vista de rendimiento, la zapatilla dependiendo del material utilizado y su estructura puede ayudar a aumentar la fuerza de propulsión. La idea es sencilla de explicar, pero difícil de llevar a cabo. Las zapatillas se construyen con la intención de utilizar la energía que generamos al inicio del apoyo, la cual deforma la zapatilla, para que sea devuelta en forma de propulsión en la parte final de apoyo. Actuar como un resorte, almacenar la energía de la caída para ser liberada en la propulsión. La principal traba para hacer efectiva esta idea es el propio reglamento, éste es bastante restrictivo en esta materia. Desde un punto de vista de la prevención de lesiones, la zapatilla intenta por un lado limitar movimientos anómalos que se puedan producir durante el apoyo y por otro disminuir las fuerzas de impacto que se generan en el contacto. La eficacia de la zapatilla como medio para la prevención de lesiones está cuestionada. A pesar de los avances tecnológicos que han experimentado las zapatillas en los últimos años, los porcentajes de corredores lesionados no han disminuido en los últimos 30 años.

A.FERNÁNDEZ. Desde el punto de vista del rendimiento creo que lo primero que debe trasmitir una zapatilla son buenas sensaciones, buena sujeción, comodidad…, en definitiva transmitir confianza al corredor. A partir de aquí, control de movimientos. Si la zapatilla nos aporta todo esto, nos permitirá entrenar más y mejor, con menor consumo energético y con mayor rendimiento deportivo. Últimamente estamos estudiando mucho el efecto propulsor que nos dicen los fabricantes que tienen algunos modelos, algo que de ser así, nos ayudaría mucho para mejorar nuestro rendimiento en carrera, pero por lo observado hasta el momento, es un efecto muy limitado y siempre que el peso del corredor sea bajo y con buena técnica.

  • ¿EXISTEN ZAPATILLAS POTENCIALMENTE LESIVAS O ÉSTAS NO AFECTAN SI LA BIOMECÁNICA DE CARRERA ES CORRECTA ?

A. MAYANS. Sí. Son lesivas aquellas que no protegen el pie de las irregularidades del terreno (trozos de cristal y otros objetos punzantes). También son lesivas aquellas que no cuentan con un armazón lo bastante consistente para que el pie no se mueva dentro de la zapatilla. Un armazón demasiado blando o mal diseñado favorece que se produzcan esguinces en el tobillo. Una suela poco flexible, al no favorecer la acción de los flexores de los dedos del pie que además de flexionar los dedos confiere sostén a la bóveda plantar en dirección longitudinal, favorecería las lesiones en la fascia plantar y las fracturas por estrés de los metatarsianos.

J. E. QUIROGA. A esta pregunta podrán responder mejor los fisioterapeutas y los podólogos. En mi opinión la mecánica de la carrera puede ser buena pero unas zapatillas mal diseñadas o no adecuadas para las características de ese corredor… pueden resultar lesivas. Por ejemplo un perfil muy alto de mediasuela, aparte de aumentar el gasto energético, a priori crea inestabilidad en la pisada debido a un mayor brazo de palanca hasta el suelo; para compensar esto se suele aumentar el diferencial entre la anchura del upper y la de la mediasuela, sobresaliendo ésta a ambos lados, en muchas zapatillas excesivamente… lo que obstaculiza el gesto natural de la pisada al correr y provoca movimientos forzados que se van repitiendo miles y miles de veces. Las piezas que se ponen para el control de la pronación también podrían resultar lesivas. Pero, por otra parte, también quiero dejar claro que lo que es realmente lesivo no es llevar unas u otras zapatillas, sino las cargas de entrenamiento inadecuadas.

J. RIUS. Dentro de las ofertadas en el mercado de productos deportivos (no de mercadillo de indefinida procedencia) se puede hablar de calzado perjudicial si: se  compra con  una horma  que no se adapta al pie, si se emplean en un terreno para el que no está diseñado, si está excesivamente deformado por el desgaste, si se compran con prótesis (pronadoras, supinadoras) según indicaciones del vendedor, si se hacen cambios de modelo muy radicales en épocas de mucha carga y si se pasa, sin más, al minimalismo  el corredor que talonea al entrar en fatiga.

A. ÁLVAREZ. Las zapatillas no son las que van a hacer que nos lesionemos más o menos. Éstas juegan un rol secundario en cuanto a prevención de lesiones. Por mucho que las marcas quieran situarlas como la principal solución a nuestras lesiones, no lo son. Lo que vemos es que año tras año la incidencia de lesiones es la misma. Generalmente nos lesionamos por querer hacer demasiado en un periodo corto de tiempo, infringimos al cuerpo a un estrés mecánico al cual no está acostumbrado con lo que sobrecargamos nuestros tejidos. En cuanto a si existen zapatillas potencialmente lesivas, lo que vemos analizando la literatura científica es que los corredores acostumbrados a correr descalzos o acostumbrados a correr con calzado minimalista tienen una menor tendencia a lesionarse en comparación a los que corren con calzado maximalista. Precisar también que los que hacen una transición hacia el minimalismo también están más en riesgo de lesionarse, a menudo las transiciones que se hacen vemos que son poco seguras, la gente tiene poca paciencia y en general consultan poco a los profesionales que sabemos del tema. Si hablamos de biomecánica y lesiones vemos que la menos protectora y la que está más relacionada a la probabilidad de lesionarse es aquella en la que aterrizamos fuertemente con el talón. Cuanto mayor es el ángulo pie-suelo mayores son las fuerzas de impacto, así que si queremos minimizar esta velocidad de la fuerza de impacto hemos de despertar los mecanismos de moderación de impacto con una menor interferencia entre el pie y el suelo. Porque aunque sí es cierto que la biomecánica puede ser correcta con o sin zapatillas, ya sean minimalistas o tradicionales maximalistas, cuanto más maximalista sea la zapatilla más va a influenciar hacia una biomecánica no protectora, sobre todo en corredores populares. Además, nos podemos cuestionar si con una técnica eficaz de carrera es necesario un calzado tradicional maximalista.

P. FLORÍA. Las lesiones de carrera es un tema suficientemente complejo el cual no puede circunscribirse a elegir unas buenas zapatillas o a correr “correctamente”. Limitarlo a estos dos factores sería un error. De la misma manera que no creo que una buena elección de zapatillas te aleje de las temidas lesiones, no creo que una característica particular sea potencialmente lesiva para todo corredor. Eso no quiere decir que una zapatilla concreta pueda no ser recomendable para un corredor en concreto.

A. FERNÁNDEZ. Por supuesto que existen. Una zapatilla siempre influye en nuestra forma de correr, y cuando nos cansamos y nuestra musculatura y articulaciones empiezan a venirse abajo, el calzado, con todos los elementos que tenga en su diseño, toma mayor protagonismo, por lo que seguro que modificará nuestra forma de correr. Evidentemente tendrá mayor influencia en personas con menor técnica o estado físico. No sólo nos pueden influir los elementos del upper o suela/media suela, sino también la horma de la zapatilla. Existen diferentes anchos donde se montan las zapatillas y éstas deben aproximarse a la morfología de nuestro pie, de lo contrario nos provocarán heridas y deformidades en los dedos.

 

  • DANOS TU PUNTO DE VISTA TANTO DE LAS ZAPATILLAS “MINIMALISTAS” COMO DE LAS ZAPATILLAS “MAXIMALISTAS”…

A. MAYANS. La dicotomía entre ambos tipos de zapatillas induce a pensar que el calzado adecuado es una cuestión de gustos o de identificación con un grupo o forma de vida. Desde el punto de vista del marketing, el valor de esta distinción es inestimable. El surgimiento de las minimalistas no sólo ha sido una fuente de negocios para los que fabrican estas zapatillas, sino que también ha favorecido a las hiperamortiguadas, en tanto que las convierte en sus antagonistas y, por tanto, las singulariza. Lo que ocurre es que el calzado adecuado no es una cuestión de gustos, sino que depende de parámetros objetivos, alguno de los cuales se ha tratado en respuestas a las anteriores cuestiones planteadas. Lo peor de todo es que al polarizarse el debate acerca del tipo de zapatilla aconsejable, al antagonizarse, no se hace otra cosa que encarecer ambos tipos de zapatillas y empobrecer el análisis objetivo acerca de cuál es el calzado adecuado. Desde luego la zapatilla minimalista tiene menos material, pero es igual de cara, lo cual no tiene demasiado sentido más allá de sacar provecho económico de un bien escaso en el mercado actual.

J.E. QUIROGA. Entre otras características, entiendo por zapatillas minimalistas las que tienen un perfil de mediasuela inferior a 12mm, lo que hace aumentar las sensaciones del terreno y del pie sobre éste al correr, al tiempo que reduce el tiempo de contacto. También son bastante flexibles, muy ligeras, con suficiente espacio para que se muevan los dedos libremente y sin ninguna pieza de control. Yo se las recomiendo a corredores experimentados con buena mecánica de carrera, a corredores que se inician (siempre que lleven una progresión adecuada) y, por supuesto, para niños. Por zapatillas maximalistas entiendo las que tienen un perfil de mediasuela superior a 30mm; cuando te las pones son muy cómodas y además te hacen más alto… pero creo que ahí se acaban ya los beneficios (excepto para algunos casos concretos, supongo)

J. RIUS. Calzarse las minimalistas requiere correr bien. Quienes se inician al fondo y corren apoyando bien, deben moderar la carga los primeros meses para evitar sobrecargas en los flexores plantares (no tienen la opción de apoyar de talón al entrar en mucha fatiga). Imprescindible acondicionamiento del pie/pierna (trabajo de fuerza, reactividad y propiocepción) más allá de correr. Los neófitos si se calzan con drop y comienzan a hacer muchos kilómetros posiblemente desvirtúen su apoyo adecuado y pasen a talonear. Quienes emplean  drop  y  apoyan de talón, al pasar a las minimalistas modifican  la coordinación intermuscular del pie. Los gemelos, tendón de Aquiles y la fascia plantar pasan de  no tener ninguna acción durante la fase de contacto con el talón, a  tener que realizar un importante trabajo excéntrico al apoyar de planta/mediopié en la acción amortiguadora.  Sin una adaptación progresiva del pie/gemelo al trabajo excéntrico (fuerza y técnica) puede aumentar mucho el peligro de sufrir  lesiones tendinosas y musculares. Quienes corren bien deben, por precaución, hacer una transición  al minimalismo alternando ambos tipos de calzado  con trotes descalzos por césped o arena dura de playa  a fin de  adaptar la estructura del pie a la menor protección de la suela. No obstante, el riesgo de cambio brusco de calzado es mínimo en comparación con quienes hacen el cambio corriendo con drop apoyando el talón.

A. ÁLVAREZ. Esta pregunta es la que he respondido al principio casi sin querer. Recientemente ha salido un estudio delfi con el que podemos cuantificar con un % cuánto de minimalistas o maximalistas son nuestras zapatillas y se ha consensuado una definición. Las zapatillas minimalistas son aquellas que interfieren mínimamente en los movimientos naturales del pie, gracias a su gran flexibilidad, poco drop, poco peso, su poco grosor en el talón y la ausencia de tecnologías de estabilidad y control del movimiento. Las zapatillas minimalistas son la mejor elección para la mayoría de los corredores porque dejan que corramos de una forma más natural, despertando los mecanismos de moderación de impacto que son los que van a hacer que nos protejamos por nosotros mismos. Puesta del pie en el suelo más cercana al centro de gravedad, con tendencia antepié, mediopié o un talón sensitivo, aquel en el que el ángulo pie-suelo es reducido y enseguida migra hacia el mediopié, tibia vertical, flexión de rodilla… Absorbemos el impacto con la musculatura, principalmente fascia plantar, gemelos y sóleo además del tendón de Aquiles. Además nos protegen de las superficies “peligrosas” que es el único motivo por lo que llevamos calzado si dejamos de lado el aspecto social que hace que lo normal sea el uso de éste. Por el contrario, las zapatillas tradicionales maximalistas deberían usarlas una minoría. Nos cambian la biomecánica natural, ¡si necesitamos protección, hemos de preguntarnos cuánta! ¿Por qué tanta? Cada vez aparecen calzados más maximalistas que no dejan que creemos adaptaciones a nivel de la musculatura del pie y musculatura posterior de la pierna; esta musculatura ha de estar fuerte para absorber el impacto y propulsarnos hacia delante como un muelle (energía gratis que nos proporciona nuestro cuerpo como comenta el antropólogo Lieberman). En vez de esto, la debilitamos protegiéndola, desadaptándola, y la peor parte del impacto se la llevan rodilla, cadera y espalda que son estructuras que no están preparadas para absorber el impacto. Solo fijaros en esta biomecánica ineficaz que nos provocan: pisada de talón lejos del centro de gravedad con rodilla en extensión, esto nos provoca una fase de frenado que impide el desplazamiento lineal que es en lo que consiste correr y nos lleva a una disminución de la cadencia entre otros aspectos… Esto pasa porque al tener el pie protegido no sentimos el impacto como agresivo y despreocupamos la pisada. Así que cuanta más protección peor. En mi opinión, el mínimo necesaria. Variará en cada persona, pero al igual que la gente se acostumbra a echarle menos azúcar al café hasta no necesitarlo, podemos acostumbrarnos a correr con menos protección o a no necesitarla.

P. FLORÍA. Las zapatillas minimalistas dan mayor protagonismo al pie en las fases de amortiguamiento y propulsión durante el apoyo, mientras que en las maximalistas esas funciones las asume la propia zapatilla. No hay suficientes evidencias científicas para que se pueda afirmar que unas sean mejores que otras, sino simplemente diferentes. Esas diferencias lógicamente influyen en la forma de correr y en las zonas corporales que soportan más carga. Esto nos lleva a que para poder disfrutar de cada una de ellas es necesario un período de adaptación que prepare a esas zonas corporales a soportar más carga.

A. FERNÁNDEZ. Cuando hablamos de calzado minimalista todos pensamos en zapatillas con poca suela y uppers muy limpios. Sin embargo, tengo la sensación de que cuando pensamos en una zapatilla maximalista todos visualizamos únicamente una gran suela y mucha amortiguación y creo que no es así. Hay modelos clasificados como maximalistas que tienen un drop mínimo y grosores reales de suela similares a modelos que nunca los clasificaríamos como maximalistas, pero que visualmente, por la cantidad de goma que vemos externamente nos da esa sensación de zapatillón. Una zapatilla minimalista siempre exigirá más al corredor, por lo que las recomendaría para corredores experimentados y ligeros; y las maximalistas para aquellos corredores que necesitan más protección en los impactos ante una prueba de larga distancia (en la reciente edición de la Spine Race muchos corredores llevaban calzado que clasificaríamos como maximalista a pesar de ser muy delgados). Las zapatillas minimalistas también las recomendamos con fines “terapéuticos” cuando queremos trabajar y potenciar la musculatura intrínseca del pie, trabajar la propiocepción o modificar la técnica de carrera, pero sólo temporalmente y con extrema vigilancia para evitar otras lesiones. Al final, tenemos que conocer toda la oferta que existe para, en un momento u otro beneficiarnos y no tener prejuicios ni a favor ni en contra.

 

  • ¿Y LAS ZAPATILLAS DE CORRER PARA LOS NIÑOS? ¿QUÉ CARACTERÍSTICAS DEBERÍAN TENER?

A. MAYANS. Las mismas que las de adulto. No veo motivo alguno para diseñar un calzado diferente para niños cuyas extremidades inferiores poseen una estructura normal, entendiendo normal en el sentido de funcional.

J. E. QUIROGA. El diseño de las zapatillas de correr para niños que hacen la mayoría de las marcas me parece una auténtica aberración. Muchas de ellas parecen más bien auténticas piezas de ortopedia: duras, llenas de refuerzos por todos lados, con importante drop, perfil alto de mediasuela… Da la impresión de que están diseñadas así con el objetivo de desadaptar y debilitar toda la estructura pie/tobillo del niño con el fin de que de adultos sean potenciales compradores de los carísimos “tochos” de zapatillas que venden muchas de las grandes marcas. Los niños desde que comienzan a andar deberían ir descalzos y con calzado minimalista. El problema para las grandes marcas es que si se les educa a los padres para que sean conscientes de qué es lo mejor para sus hijos, cuando éstos sean mayores ya no se verán en la “necesidad” de tener que comprar esas zapatillas “buques insignia” de las marcas.

J. RIUS. Sin drop (evitar que automaticen un apoyo de talón). Como con las que crecimos quienes tenernos más 50 años. Además tener una suela flexible pero no excesivamente fina. Si desde pequeños van con drop, se facilita el apoyo de talón  y  de manera totalmente inconsciente automatizan esta  técnica de carrera inadecuadas, puesto que les resulta más cómodo. Alternar con actividad descalzos y evitar ir con botas de básquet. No apurar el calzado cuando crece el pie y  no heredar calzado que esté deformado de hermanos. En el colegio no se enseña a correr  bien (se les hace correr y se les toma tiempos). En muchas escuelas de atletismo que se centran en el fondo y en el cros tampoco se da importancia a la técnica. Propondría modificar la estructura de los calentamientos en los colegios y en los primeros años de iniciación al atletismo: alternar trotes de no más de 100 metros con un ejercicio de acondicionamiento en cada tramo. No consentir calentar arrastrando los pies o apoyando talón.

A. ÁLVAREZ. Aquí sí que creo que hay consenso o debería haberlo. Las zapatillas de los niños han de ser “ultraminimalistas”, los niños están en crecimiento, en desarrollo, por lo que necesitan el máximo de estímulos posibles. ¡No les privemos de ello! Las características son las que vengo repitiendo en las respuestas anteriores. Además de respetar la forma del pie para que no les ejerzan puntos de presión. Yo lanzaría una pregunta, ¿en qué momento está justificado ponerle un calzado amortiguado a un niño? Si nadie la justifica podríamos zanjar el debate minimalista-maximalista porque todos estaríamos adaptados… Los niños se pasan el día corriendo, están adaptados al estrés mecánico que supone la carrera a pie, poco importa lo que lleven en los pies, corren descalzos por superficies duras, con bambas, los ves correr sin problemas también con náuticas en las bodas… ¿para qué ponerles una protección que no nos han pedido y que no necesitan?

P. FLORÍA. Las zapatillas para niños deberían permitir el movimiento natural del pie y su desarrollo mientras protegen sus pies de los elementos del terreno.

A. FERNÁNDEZ. Los niños también quieren llevar las zapatillas que usan sus ídolos o sus padres, pero aunque visualmente tengan los mismos colores y forma, los materiales con los que se confeccionan esas zapatillas son diferentes, simplemente porque las exigencias por peso y horas de entrenamiento teóricamente serán menores. Por eso un adulto con un pie pequeño no debería comprar zapatillas de niño. Si hablamos de elegir calzado para un niño que no tiene ninguna alteración biomecánica hay una frase que resume el tema: “los zapatos expuestos y nunca puestos”. Si pensamos en niños deportistas con torsiones óseas o disfunciones musculares, las zapatillas deberían tener un plus de control en la zona media, contrafuerte alto que de seguridad, puntera flexible para que no trabaje la cadera y como sistema de sujeción, los cordones.

  • PARECE CLARO QUE LAS MARCAS ACENTÚAN SUS CAMPAÑAS DE MÁRKETING EN LA CAPACIDAD DE AMORTIGUACIÓN DE UNA ZAPATILLA, ¿QUÉ IMPORTANCIA HAY QUE DARLE A ESTE PARÁMETRO?

A. MAYANS. Puede tener importancia cuando se corren largas distancias en asfalto o se realiza un volumen alto de entrenamientos en pista sin clavos. En la medida en que dispongamos de una suela cuyos materiales tengan una alta aptitud para absorber el impacto, la amortiguación va a ser beneficiosa. Pero donde debería encontrarse la amortiguación es de la mitad de la suela hacia delante, no en el talón.

J. E. QUIROGA. En la amortiguación es donde las marcas de calzado de correr introducen principalmente sus tecnologías, con las que pretenden diferenciarse del resto ofreciendo “lo mejor” y lo más innovador para el corredor (hay que justificar de alguna manera el precio). Es importante saber que a mayor altura de la mediasuela mayor amortiguación (lo cual no tiene por qué ser bueno), menor reactividad relativa y menor estabilidad (esto último debido al aumento del brazo de palanca del tobillo); por el contrario, a menor altura menos amortiguación, más reactividad relativa y más estabilidad. Por este motivo, cuanto más alto sea el perfil de la mediasuela de unas zapatillas… más ancha debería ser ésta bajo el upper para así no penalizar la estabilidad, aunque hay que tener en cuenta que cuanto más sobresalga a ambos lados del upper, será menos reactiva en el impulso de la carrera. De esta forma, esa relación entre el diferencial de la anchura upper/mediasuela en la zona metatarsiana, y la altura de la mediasuela en esa misma zona, cobra una importancia capital en el diseño de unas zapatillas desde el punto de vista del rendimiento. Además, está el incremento en el peso. Por lo tanto, la amortiguación debe ser la justa, dependiendo de las características del corredor, de sus ritmos de carrera y del terreno por el que corre, ¡pero hay que tener claro que más no es mejor!

J. RIUS. Quizás la amortiguación de la mediasuela (no del drop) debería depender del peso del corredor, de la elevación del CM. en la fase de vuelo (a más peso y más vuelo más amortiguación). Todo esto, además, en relación con el tipo de terreno. Cuando se trata de paliar el efecto de correr de talón el mensaje que llega es de “gasta en calzado para correr como quieras y no te harás daño”, no dicen nada del peligro a largo plazo. Sería como aconsejar ponerse faja para proteger la espalda en lugar de fortalecer el tronco.

A. ÁLVAREZ. Las marcas sacan una nueva versión de la zapatilla cada año con un único objetivo, vendernos que ésta es la mejor para prevenir las lesiones. No lo consiguen, y en la literatura científica no encontramos nada al respecto. Ni la amortiguación ni la tecnología del calzado moderno disminuyen la incidencia de las lesiones. Hay quien dice que el calzado amortiguado salva de lesionarse a aquellos corredores que tienen una mala biomecánica, pero pocos corredores que aterrizan con un talón de ángulo pie-suelo de 45° van a seguir haciéndolo con un calzado de un índice minimalista del 70% o más. Es este calzado tecnológico el que les provoca estas malas biomecánicas, y la amortiguación es uno de los principales factores que nos llevan a esta mala pisada o técnica. La mejor amortiguación es la que nos proporciona nuestro cuerpo, la que he explicado antes, de despertar los mecanismos de moderación de impacto.

P. FLORÍA. Existen evidencias científicas que vinculan elevadas fuerzas de impacto con riesgo de lesión, por lo que las marcas intentan atenuar estas fuerzas aumentando la capacidad de amortiguación de sus zapatillas. La atenuación de las fuerzas e impactos no es terreno exclusivo del material amortiguador de las zapatillas, sino que también puede reducirse corriendo con una técnica de antepié. No obstante, la magnitud de las fuerzas de impacto no es principal motivo de lesión, éstas son perjudiciales cuando son extremadamente elevadas y para un caso muy concreto de lesiones. Por ello creo que se le da mucha más importancia que la que realmente tiene.

A. FERNÁNDEZ. Una importancia relativa; la amortiguación puede ser necesaria, pero sólo si también existen en el diseño elementos de control. Las marcas saben que hay dos factores que hacen que se venda más fácilmente una zapatilla: la estética y la comodidad. Si es bonita, la eliges entre muchas y si cuando te la pruebas es cómoda…. venta casi segura. Justo ahora recuerdo un modelo de zapatilla que en estas últimas versiones la anunciaban como que era más ligera y con más amortiguación que la versión anterior; cuando sumé lo que anunciaban en las diferentes campañas de publicidad, resultó que en tres versiones tenía que ser un 70% más ligera y amortiguar un 60% más. Evidentemente no era verdad, y lo que sí ocurrió con aquel modelo es que al quitar los elementos de control que tenía la suela, para conseguir que pesara menos y la sensación de amortiguación fuera mayor, es que duraba menos y lesionaba más.

 

  • ¿CUÁL ES TU OPINIÓN SOBRE LA DIVISIÓN CLÁSICA DE LAS ZAPATILLAS DE RUNNING: NEUTRAS, PARA PRONADORES Y PARA SUPINADORES?

A. MAYANS. Es una división absurda y simplificadora. Absurda porque la pronación, la posición neutra y la supinación son posiciones del pie respecto a la tibia al producirse movimiento en articulación subastragalina. Todos los pies pronan y supinan pasando por la posición neutra. Los que inventaron esta división todavía deben dar una explicación de a qué se refieren exactamente con estos adjetivos, porque desde el punto de vista anatómico no está justificada. Simplificadora porque las razones por las que durante la pisada hay más presión en unas zonas u otras de la planta del pie son mucho más numerosas que la división aludida. Entre otras, rodillas en varo, rodillas en valgo, pie en varo, pie en valgo, pie plano, pie equino, laxitud en los ligamentos del tobillo, etc.

J. E. QUIROGA. Desde el punto de vista del marketing seguramente será muy rentable para las marcas y los vendedores, pero desde el punto de vista biomecánico es algo bastante absurdo. En primer lugar porque se está relacionando la pronación con algo negativo y perjudicial, lo cual no tiene por qué ser así, ya que se trata de un movimiento natural que realiza el pie; y en segundo lugar, en el caso de que ésta sea excesiva y pueda provocar disfunción se deberían primero analizar las causas, que pueden ser muy variadas, y no diseñar zapatillas en serie con cuñas correctoras. Hay que comprar siempre zapatillas neutras, y si se necesita algún tipo de “corrección” ésta debería ser muy personalizada y realizada por un podólogo especialista (aunque antes de eso… analizar la técnica de carrera y trabajar sobre ello).

J.RIUS. Comprar siempre neutras y si fuesen necesarias correcciones, éstas las debe hacer el podólogo. No obstante, en muchos casos una pronación o supinación puede venir de una abducción o aducción de cadera. La pierna debe contactar con el suelo con una aducción de unos 5º/7º, si esta aducción es de 12º el pie entrará supinado. Un valgo puede tener  la causa  en debilidad del tibial posterior que eversiona el pie y se interpreta como una pronación (muy común en niñas). No se debería hablar de modificación del calzado sin  analizar biomecánicamente  la carrera. Se debe ir a la causa o a la secuencia de causas y no a un  efecto aislado. Comprar este calzado por prescripción del “vendedor y de la máquina”  quitará pacientes al podólogo pero los aumentará al traumatólogo.

A. ÁLVAREZ. Decir que el calzado minimalista no tiene esta clasificación. Esta división la ha provocado el marketing de las compañías de calzado. Como he dicho antes, las nuevas tecnologías presentadas anualmente por las compañías de calzado son sin ningún fundamento científico sólido. Así que no le doy demasiada importancia a esto. En mi opinión los corredores no deberían preocuparse demasiado de su pronación, a no ser que ésta sea secundaria a un cambio agudo como podría ser un traumatismo. Remarco lo de pronación porque es lo que se les dice a la mayoría. La pronación es un movimiento natural del pie y sirve para transferir la fuerza. Al respecto, puedo mencionar por ejemplo el estudio de Knapik, realizado con 7213 sujetos en los que se compara un grupo de la muestra al que se le proporciona el mismo calzado neutro para todos y otro grupo de la muestra al que se le asigna el calzado designado por la marca según el tipo de pie de los participantes. No había diferencia entre los 2 grupos, significativamente mayor el número de lesionados en el grupo en el que se asignaba el calzado teóricamente correcto para el tipo de pie…

P. FLORÍA. No soy muy partidario de esta clasificación porque lleva a la confusión de que existen corredores que durante el apoyo pronan y otros supinan. Cuando en realidad todos (o la mayoría) pronamos en un mayor o menor rango durante el apoyo. Soy más partidario de clasificarlos en función de cantidad de control de movimiento que posee la zapatilla. En función de si pronas más o menos necesitaras más control o menos.

A. FERNÁNDEZ. Está bien como orientación, pero nada más. No me gusta cuando veo que usan estos términos para campañas publicitarias y de marketing. Creo que confunden al corredor. Ser pronador no es malo. De hecho para correr tienes que pronar, de lo contrario no estás diseñado para correr y te lesionarás constantemente. Y supinadores puros casi no existen y tampoco están diseñados para correr, por tanto, usaría simplemente el término “zapatilla con más o menos control de torsión”. Además lo habitual es encontrar necesidades de control diferentes en cada pie, sin embargo, las zapatillas controlan por igual, por lo que puede ser que un pie vaya bien y el otro no. Conclusión: zapatillas neutras con más o menos control de torsión.

 

  • ¿UN CORREDOR DEBE UTILIZAR DISTINTOS TIPOS DE ZAPATILLAS SEGÚN EL ENTRENAMIENTO QUE REALICE?

A. MAYANS. Salvo en el caso de las zapatillas con clavos que se utilizan para correr en el tartán o en croses donde la adherencia es escasa y los clavos suponen una ventaja, básicamente se debería utilizar el mismo tipo de zapatilla para los diversos entrenamientos. La división entre zapatillas de entrenamiento y voladoras (o de competición) no la veo razonable. De hecho, las zapatillas normales de los años 80 tienen menos suela y menos drop que algunas voladoras de ahora y no pesan mucho más, con la ventaja de que su armazón es más consistente y está mejor diseñada para que el pie no baile dentro de la zapatilla. Es alarmante lo blanda que se ha vuelto la estructura de las voladoras en la actualidad. Algunas minimalistas diseñadas para trail tienen un armazón razonablemente fuerte y son, a mi juicio, bastante apropiadas para todo tipo de entrenamientos, así como para crosses pedregosos sin apenas barro.

J.E. QUIROGA. Sí y no. Veo bien el alternar diferentes tipos de zapatillas, según el terreno y el tipo de entrenamiento, ya que además esto va a servir para recibir diferentes estímulos en el pie. Lo que ya no veo bien es lo de utilizar un tipo de zapatillas para entrenamiento y otro tipo muy diferente para competición. Es muy común ver a corredores que entrenan siempre toda la pretemporada con zapatillas muy amortiguadas y con soporte, desadaptando así sus estructuras anatómicas ya que la zapatilla realiza mucho trabajo (pasivo) del que le corresponde al pie, y luego en época de competiciones pasan a clavos y/o voladoras, sin progresión; entonces aparecen las lesiones y le echamos la culpa a esas zapatillas de competición, cuando el error evidentemente es otro.

J. RIUS. Para corredores que bajan de 2h30’ en maratón o de 16’ en 5.000 m. (en mujeres los tiempos equivalentes), el calzado puede influir en la mayor o menor sobrecarga de los impactos sobre el pie; en  los entrenamientos de calidad y en la competición, un tipo de zapatilla más ligera será más adecuada. Para  el resto corredores, solamente  se debería cambiar el tipo de calzado cuando se trata de terrenos o climas muy diferentes. Quienes apoyan mucho de talón, utilizar mayor drop en asfalto que en tierra. En las tiradas muy largas, quienes apoyan muy  plano, emplear un drop moderado para que en caso de fatiga extrema tengan margen para apoyar el talón. Pero para el runner popular la variable del calzado  afecta (dentro de la gama de calzado específico para correr) lo mismo que un neumático de gran calidad  para un coche utilitario de 50 CV.

A. ÁLVAREZ. En la actualidad vemos que se hace así. Pero lo normal sería hacer el volumen semanal o parte importante del volumen semanal entrenando con el calzado que vas a utilizar en competición. ¿No lo hacen así en el resto de deportes? ¿Si haces el 80% del volumen semanal con un calzado amortiguado cómo esperas rendir el día de la competición utilizando uno al que no estás acostumbrado? Luego te duele todo y piensas que es por culpa de las zapatillas… Es por la falta de adaptación a esas zapatillas sumado a la intensidad de la competición. Mejor realiza un mínimo del 80% con el calzado de competición o similar. Salvo que seas un corredor que compite en pista las zapatillas deberían tener prestaciones similares.

P. FLORÍA. Más que en función del tipo de entrenamiento, por sistema. Deberíamos intentar variar y no repetir zapatillas en días consecutivos de entrenamiento. Las lesiones de carrera se producen por repetición de un mismo gesto infinidad de veces por muy bien que lo hagamos. Cuando corremos con un tipo de zapatilla se sobrecarga en mayor medida más una zona que otras. Si al día siguiente de entrenamiento volvemos a correr con la misma zapatilla corremos el riesgo de que la zona sobrecargada todavía no se haya recuperado incidiendo sobre su sobrecarga. Si cambiamos la zapatilla podemos favorecer que aquellas zonas que soportaron mayor carga en el entrenamiento anterior “descansen” e incidamos sobre otras zonas más descansadas. Esta idea subyace en el principio de variabilidad. Tanto para mejorar nuestro rendimiento como para prevenir lesiones debemos intentar variar nuestros entrenamientos. Combinar diferentes tipos de entrenamientos (series, tiradas, musculación, etc.), terrenos de entrenamientos (tierra, hierba, montaña, cuestas, plano, etc.), técnicas de carrera (antepié, retropié, ciclo anterior, ciclo posterior, etc.), etc… ¿y por qué no zapatillas?

A. FERNÁNDEZ. Debido a la gran diferencia que existe en el gesto deportivo que realizamos cuando hacemos, por ejemplo, series o tiradas largas o al correr en asfalto o en campo, creo que sí. Aquí sí merece la pena hacer un esfuerzo y comprar una zapatilla que se adapte mejor a la actividad que vayamos a realizar. Existen zapatillas que clasificamos como mixtas, que pueden ser una opción cuando empezamos a correr, pero cuando ya entrenamos con más seriedad, el usar zapatillas específicas según la superficie o velocidad nos puede ayudar a evitar muchas lesiones y a ser más eficaces.

  • ¿HAY RELACIÓN IDÓNEA ENTRE LO QUE NOS VENDEN LAS MARCAS DE ZAPATILLAS Y LAS NECESIDADES REALES DE LOS CORREDORES?

A. MAYANS. Los fabricantes influyen más en los corredores que éstos en los fabricantes. Por otra parte, los compradores presumen, de buena fe, que los fabricantes de zapatillas están asesorados por gente que conoce los parámetros mecánicos con arreglo a los cuales se debe medir la adecuación del calzado. Lo cierto, a la vista del resultado, es que o bien los asesores no conocen estos parámetros o bien los conocen pero se guían por otros distintos que antes bien responden a la siguiente pregunta: ¿cuál es el calzado y la campaña publicitaria adecuados para maximizar que el beneficio económico sea máximo en el futuro sin perder la credibilidad frente al comprador? En mi opinión no hay tanta mala fe por parte del fabricante como se podría deducir de las líneas precedentes. Simplemente hay demasiada división del trabajo (ingenieros, publicistas, diseñadores) a la hora de fabricar las zapatillas y poca visión global de las verdaderas necesidades del corredor. No hay verdadero diálogo entre las partes implicadas en la confección de una zapatilla. Es como si ante ciertos síntomas cuyo origen el paciente desconoce, se le pone a su disposición un comité de especialistas (cardiólogo, otrorrino, traumatólogo, podólogo, neumólogo, cirujano, psiquiatra, etc…) en lugar de un médico de cabecera. El resultado sería con toda probabilidad nefasto. Con las zapatillas ocurre algo similar.

J.E. QUIROGA. Me da la sensación de que los departamentos de marketing tienen más poder que los de I+D. Para seguir vendiendo y luchar contra la competencia, las marcas deben sacar cada año nuevas “tecnologías” que supuestamente ofrecen un rendimiento que es un 10, un 20 ó un 30% mejor que las anteriores, con lo que poder justificar las campañas. Por el contrario, unas zapatillas que lleven lo justo en su diseño, aunque sean las más eficientes desde el punto de vista biomecánico, parece que no interesan.

J. RIUS. No, la zapatilla es un nuevo objeto de consumo que no es determinante del rendimiento. Comprar una zapatilla de 150 euros en lugar de una de 50 es como comprar un BMW todo terreno para llevar los niños al colegio y no gastar en cosas muy fundamentales. Uno de los problemas fundamentales  de los calzados de running es el desequilibrio entre precio y durabilidad. Para  el calzado de running se deberían emplear materiales más resistentes (como en algunas de las de trail), retrasaría la deformación y el desgaste. A los atletas jóvenes con pocos recursos les recomiendo que compren para entrenar en ruta calzado de trail. Se deforman menos. Realmente la importancia del modelo es muy relativa… de hecho los grandes campeones encuentran más cómoda la de la marca que les patrocina y que más les paga. Para los muchos runners el calzado y ciertos complementos equivalen a los “talismanes mágicos” y “reliquias de santos”. El Camino de Santiago es la intersección paradigmática del mundo de la magia, religión con los fetiches modernos… de las conchas de peregrino a las Salomon y  bicicletas de alta gama, del agua bendita a  las bebidas ergogénicas.

A. ÁLVAREZ. Creo que sí, aunque ésta a día de hoy es difícil de encontrar en el mercado. Debería haber más información al respecto de lo que nos puede aportar un calzado minimalista y uno maximalista y que pudiéramos encontrar los dos tipos en las tiendas. Hoy en día únicamente vemos calzado tradicional maximalista: en las tiendas, en las revistas, lo que nos dicen los vendedores, lo que nos dicen las marcas… Es difícil que la relación idónea se materialice mientras el maximalismo monopolice el mercado. Los medios, en parte, tenéis en vuestras manos el cambio.

P. FLORÍA. En líneas generales creo que sí. Las marcas intentan cada vez diseñar zapatillas de menor peso, mayor capacidad de amortiguación y mayor “resorte”. Pero también es verdad que intentan crear nuevas necesidades al corredor a veces injustificadas y propagar la idea de que las zapatillas son la solución a las lesiones de los corredores. A día de hoy la influencia de las zapatillas sobre el riesgo de lesión de los corredores es limitada mientras que otros aspectos como incrementar las cargas de entrenamiento de manera progresiva, incluir un entrenamiento paralelo de fuerza o dedicar tiempo a mejorar la técnica de carrera están infravalorados.

A. FERNÁNDEZ. Creo que hay zapatillas, que las marcas por lo general las sitúan en la zona media, con una gran relación calidad/precio y con “tecnología” suficiente para la gran mayoría de los corredores. Evidentemente no hablamos de corredores top ni zapatillas para entrenamientos específicos, estamos hablando de zapatillas “para casi todo” y “para casi todos”. El resto…. es más marketing y técnicas de ventas que necesidades reales.

 

 

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